Tanto allá el mar bate la
espuma salada
sobre las esfinges tejidas
de arena compacta,
los cangrejos rascan las
orillas de este mundo,
irritan las cicatrices de
ese sol, ya diminuto.
Los pescadores se retiran de
pie sobre las luces
ondulantes de los sueños
marinos;
sus redes, llenas de sudor,
llenas de peces
atraen centenares de plumas
y graznidos.
En la orilla, en las chozas
de palma
sobre olorosas hamacas
se mecen bajo un enjambre de
mosquitos
querubines, ángeles y
demonios de casa.
Tanto allá se extraña el
sabor de la mojarra,
de la sierra y la carpa.
Las tortillas crepitando en el
fogón,
humeando el maíz y su sabor.
Tanto allá los recuerdos se
escapan,
se agolpan y se ensañan
sobre los deseos de retorno;
pronto…muy pronto.
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