He nacido en hamaca de
juncos
grises como la yerba
en el crepúsculo,
la noche, caminando
rápido, a lo lejos
llegaba tarde a
impedir el espectáculo;
ese día la lluvia era
tardía como el olvido.
Lloré rocío mientras mi
nicho era mecido
por un funesto e
incierto futuro.
Mas he caminado a mi
ritmo
por la vereda que me he
trazado,
dispuesto a cambiar
de rumbo
si acaso seguía al de
junto.
He soñado y vuelto
realidad esos sueños.
He hecho y lamentado
lo no hecho
debido a mi
suspicacia por el tiempo.
He comido el viento
tibio de cada marzo
que se empañaba callado
bajo mi regazo.
He sido lo que he
querido.
Hoy, cuando la muerte
roza mi cuerpo agonizante
la recibo sin temor y
satisfecho, me convierto en su caminante.
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