Tu madre es
Mictecacíhuatl,
Tu padre
Mictlatecutli.
Eres pues cercana
imagen mía
la herencia de
pasados días.
Cada amapola
en tu sombrero canta,
tu estola
cubre tu alma amarilla,
miras pasar
hora tras hora en tu leontina.
Al siguiente
invitado esperas, lúgubre Catrina.
Unas veces
solemne,
otras
divertida,
la música
nunca enmudece
en el panteón,
tu sombría alegría.
Coqueteas con
tus invitados,
haces que
sientan calor aún en el frío,
hasta sus aposentos
se sienten acompañados,
comen pan y
champurrado tibio.
En noviembre
les das vacaciones
pero sin prisas
que conste.
Regresan,
comen, beben y rezan,
niños, damas y
señores.
¿Que interés
importa a la Muerte?
Que no hace
distinción de ricos o pobres.
Si para unos
es un indeseable tormento
para otros
representa el dulce sueño eterno.
En vida coman
y beban
que ya la Calaca
nos espera,
nada más no
teman
que la Parca
es nuestra amiga más serena.
Que el cempasúchil
muestre el camino;
ofrenden mole,
tequila, agua y pan.
Que bendigan
el incienso y el copal
el alma de los
que han de regresar.
Que el arco
represente tu permiso,
y la luz de
las velas
alumbren anual
recorrido.
Para que coman
las almas ricas
calaveras de
chocolate o de membrillo.
¿Por qué Parquita
ponen sal en el altar?
-Para niños muertos sin bautizar.
¿Y del vaso de
agua que me puedes mencionar?
-Refresca el ánima que por el purgatorio
tiene que caminar.
El papel
picado es pura simbología:
el luto
prehispánico es de color anaranjado,
y para el
catolicismo debe ser morado.
Sabía amiga de
la vida,
Calaca, no
extiendas mi agonía,
permíteme tu
sombrilla,
y te
acompañare gustoso hasta el Mictla.
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